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LAS CASAS DICEN MUCHO DE LAS PERSONAS QUE EN ELLA VIVEN ¿IMAGINÁS CÓMO SERÍAN LAS CASAS DE BUENOS AIRES DE 1810?

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LA CASA COLONIAL

 

LA CASA COLONIAL ESTABA COMÚNMENTE ORGANIZADA ALREDEDOR DE PATIOS.

 

AL PRIMER PATIO SE ENTRABA A TRAVÉS DE UN ZAGUÁN, CON UNA PUERTA IMPORTANTE Y DE GRAN ALTURA. CON LOS AÑOS, SE HIZO CONSTUMBRE AGREGARLE UNA PRECIOSA PUERTA CANCEL, QUE PERMITÍA  VER EL INTERIOR Y, A SU VEZ, REGULABA EL ACCESO.

 

ALREDEDOR DEL PRIMER PATIO, LLENO DE PLANTAS Y AGRADABLES AROMAS, SE ABRÍAN LAS HABITACIONES PRINCIPALES. EL PATIO ERA UN LUGAR DONDE SE ESTABA, SE CONVERSABA Y MUCHAS VECES SE TRABAJABA. 

 

ENTRE LAS HABITACIONES, LA SALA OCUPABA EL LUGAR DE PRIVILEGIO. EN ELLA SE HACÍAN LAS TERTULIAS Y REUNIONES SOCIALES, Y EN UN RINCÓN ESTABA EL ESTRADO, LUGAR DE LAS MUJERES DE LA CASA. 

 

ENTRE LOS DOS PATIOS SE ENCONTRABA EL COMEDOR, LUGAR DE GRAN IMPORTANCIA EN LA VIDA DE LA FAMILIA.

 

LUEGO, SE ENCONTRABAN LAS ÁREAS DE SERVICIO, CON LA COCINA Y LAS HABITACIONES DE LOS SIRVIENTES. EN EL FONDO, ESTABA EL ÁREA DE COMPLEMENTO, CON LA HUERTA, EL GALLINERO Y LAS CABALLERIZAS.

 

 

FUENTE: https://proyectoeuskal.wordpress.com/2010/09/28/la-casa-colonial/ (ADAPTACIÓN)

EL ESTRADO

 

Era la "habitación de las damas". Allí pasaban gran parte del día.  ¿Qué hacían todo el día allí? Bordaban, cosían, tomaban mate, practicaban canto y podían saludar a sus conocidos a través de las grandes ventanas.

LA COCINA

 

La cocina de 1810 era bien distinta a la de nuestras casas actuales... Las siguientes son fotografías tomadas de una casa colonial en Salta...

La vivienda porteña según un viajero inglés:

 

Desde afuera sólo se veía la fachada de ladrillo o yeso, en el centro una puerta muy alta resaltada por dos falsas columnas y dos grandes ventanas a cada lado. La puerta y las ventanas tenían en su parte superior guardas ornamentales.

A través de la puerta se entraba al ZAGUÁN, un pasillo que daba a la PUERTA CANCEL por la que se entraba a un patio de baldosas. Solamente los conocidos pasaban esa puerta. En el zaguán había otra puerta que daba a una SALA, donde el dueño de casa recibía a las personas que no eran de la intimidad de la familia para, por ejemplo, hablar de negocios o de cuestiones políticas.

El patio era, por lo general, cuadrado y tenía en el centro un ALJIBE o una fuente, muy alegre y perfumado por magnolias, limoneros y jazmines. Alrededor de él se encontraban los dormitorios y la sala, centro de la vida familiar.

Los pisos de las habitaciones eran de baldosas de ladrillo rojo bien brillante, algunas veces, con dibujos. Los tirantes de los techos eran de madera. Los empapelados de las paredes y los muebles eran traídos de Europa.

En la sala que daba a la calle, las señoras tenían un espacio reservado exclusivamente para ellas, con muebles pequeños donde apoyaban los materiales que utilizaban para sus labores. Mientras una mulata les cebaba mate, ellas cosían y bordaban, practicaban canto y conversaban sobre los vestidos que usarían para ir al teatro o a misa.

Las ventanas que daban a la calle eran muy bajas y llegaban casi a tocar el suelo. Fuertes barrotes de hierro aseguraban las ventanas y servían de sostén a hermosas plantas. Las mujeres se sentaban en los alféizares para observar a quienes pasaban por la calle y recibir los saludos de los amigos a través de las rejas.

También las AZOTEAS eran un lugar de reunión, sobre todo, para aquellos que no deseaban oír el bullicio de la calle.

Alejadas del resto de la casa y separadas del edificio principal se hallaban el BAÑO y la COCINA. Estaban separadas del resto de la casa por razones de higiene, por la ausencia de una red de saneamiento y por los humos generados en la cocina, donde se utilizaba un BRASERO. El COMEDOR se ubicaba en una de las habitaciones cercanas a la cocina pero con vista al patio central.

En el fondo de la casa, junto con la cocina y el baño, se encontraban las habitaciones de la servidumbre, la HUERTA y el GALLINERO.

 

Fuente (texto original fragmentado y adaptado): Woodbine Parish, Buenos Aires y las provincias del Río de la Plata desde su descubrimiento y conquista por los españoles. Buenos Aires: Hachette, 1958 y D’ Orbigny, Alcides, Viajes a la América Meridional, Buenos Aires: Futuro, 1945.

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